La idea de esta experiencia pastoral en Guadalmez surgió a finales de curso. Era algo que siempre había querido hacer junto a mis compañeros, por ello Alberto, Juan y yo nos pusimos de acuerdo para irnos a hacer esta experiencia. Antes de nada le comunicamos al rector lo que habíamos hablado entre nosotros y él nos dio su beneplácito. Algo que era fundamental para llevarla a cabo consistía en elegir bien el lugar y al sacerdote con el que compartiríamos nuestra experiencia. El lugar, porque un pueblo demasiado pequeño dificultaría nuestra labor y un pueblo demasiado grande no permitiría que se notara la presencia de los seminaristas, y , el sacerdote, porque es el que debía acompañar y guiar esta experiencia. Pensamos en varios sacerdotes pero al final nos decantamos por Ángel Moreno, párroco “in solidum” del arciprestazgo de Almadén junto a otros sacerdotes y que se dedica preferentemente a Guadalmez, pueblo de término de la diócesis, lindando con Peñaelsordo (Badajoz y diócesis de Toledo) y Santa Eufemia (Córdoba).
Nuestro objetivo allí era desarrollar una labor pastoral con la gente de Guadalmez, crecer en nuestra vocación cristiana y sacerdotal y que conociesen un poco más nuestro seminario, al cual estábamos representando en todo momento. Nuestra labor era una especie de misión popular, que intentaba remover y azuzar el fuego de la fe de este gran pueblo.
Tras dos horas de tren llegamos a la estación de Los Pedroches-Guadalmez, ya de camino a Guadalmez sentía temor al pensar qué nos esperaría en este mes. Nada más llegar la gente de la parroquia nos puso a trabajar: colocar bancos en la calle para la misa del emigrante, pues eran las fiestas del pueblo en honor a la virgen del Rosario. La gente nos recibió con mucho cariño y hospitalidad, algo que es digno de agradecer.
Ha sido una gran experiencia para los cuatro y para el pueblo de Guadalmez, una experiencia que nos ha ayudado a crecer como discípulos de Cristo y como vocacionados a la vida sacerdotal (incluso hemos crecido en kilos). Guadalmez forma ya parte de nuestras vidas pues Cristo se ha servido de esta experiencia para conformarnos más a él y moldear nuestra vocación sacerdotal. Doy las gracias al seminario, al rector y a la Bolsa Común que me ha permitido vivir esta experiencia, a mis dos compañeros Juan y Alberto, con los que he convivido y compartido esta experiencia tan enriquecedora, a Ángel Moreno, un sacerdote que nos ha sabido aguantar y acompañar, y a toda la gente del pueblo, que con tanto cariño y agradecimiento nos ha acogido y animado a seguir adelante. ¡Te doy las gracias Dios Santo, cuida de tu pueblo Guadalmez y de todo nuestro seminario, para que innumerables seminaristas puedan gozar de las maravillas de estas experiencias!
Marcos