viernes, 10 de septiembre de 2010

CAMINANDO A SANTIAGO

Como bien sabéis tres miembros de la comunidad de teología: Miguel, Juan y Alberto, junto con D. Eustaquio hemos hecho el camino de Santiago en este año santo. La experiencia ha sido muy positiva, aunque que os voy a decir también implica sufrimiento, por lo que han sido ocho días de gozo pero también de sufrimiento, pero un sufrimiento que se transformaba en alegría cuando veías que siempre a tu lado había una mano amiga que te ayudaba, y cuando te parabas a pensar que la meta es clara.

Yo recordaba en muchos momentos el camino del año pasado los compañeros, los buenos y los malos momentos. Ha sido muy diferente, pero en ambos casos he podido percibir a una Iglesia joven que camina, no sin dificultades, pero con gran ilusión porque es el Espíritu quien la mueve y empuja; he podido percibir a una Iglesia que vibra por llegar a su meta, al encuentro con el Resucitado; una Iglesia que es pueblo, un pueblo que quiere crecer en fraternidad para ser en medio de nuestro mundo germen del Reino futuro.

El año pasado el camino intenté vivirlo como el camino de una comunidad que está en marcha, que está inquieta, que está en búsqueda y que desea entregarse a su Señor y desde Él al mundo entero. Este año mi situación ante el grupo ha sido diferente, quiero decir que a diferencia del año anterior en que todos los que íbamos compartíamos una vocación común, en este año 2010 no sólo íbamos seminaristas, sino que hemos caminado una nutrida representación de todas las vocaciones que forman el pueblo de Dios peregrino, a cuya cabeza iban nuestros pastores. Además, tuvimos la gracia de hacer el camino con la Conferencia Epsicopal lo cual posibilitó un conocimiento de gran parte de la realidad de la Iglesia en España.

Por otro lado, ha sido una gran suerte el poder compartir otro año más una peregrinación, el año pasado fue a Roma, con los jóvenes de nuestra diócesis. El camino sabéis que es un lugar de encuentro con Dios, con uno mismo y con los demás por lo que peregrinar con la juventud de Ciudad Real es una gracia ya que se posibilita el conocimiento mutuo, entre los jóvenes y nosotros, porque si Dios quiere algún día esa gente con la que hoy hemos peregrinado a Santiago serán las ovejas que el Señor nos mande pastorear, serán los hombres y mujeres que en la parroquia que nos toque en suerte colabararan de forma estrecha para extender el Evangelio.

Además, han sido días en los cuales he podido experimentar que la Iglesia es hoy para nuestra sociedad Buena Noticia, Evangelio que se hace carne en la vida de jóvenes que desde sus diversos trabajos, estudios,... quieren anunciar a Jesucristo, quieren mostrar en sus ambientes que la fe es algo importante en su vida y que no sienten vergüenza de llamarse cristianos, de ser de Cristo.

Todo esto hace que en nosotros los seminaristas, se despierte un mayor deseo de dar nuestra vida, porque vemos que sigue habiendo gente que tiene hambre de Jesús, que tiene deseo de conocer más a Jesús.

Así vuelvo a repetir que han sido días de una fuerte vivencia eclesial, de percibir a una Iglesia viva que vive peregrina porque su Señor que está al final del camino la atrae hacia Él, la empuja y alimenta. han sido días de percibir que sigue habiendo jóvenes que quieren ser como el apóstol Santiago amigos del Señor. Y por último, han sido días de llamada a estar atento a los signos que Dios va mostrando por los cuales nos va hablando y mostrando su voluntad.


Gracias, Alberto por tus palabras, que tan bien nos cuentan algo de la Peregrinación a Santiago con los jóvenes y de tu vivencia en este camino.


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